A horas de celebrar la declaración del vino argentino como nuestra bebida nacional (24 de noviembre), en el Observatorio Vitivinícola Argentino analizamos el presente de nuestra industria. Cómo impacta la devaluación en la actividad, qué panorama hay para las exportaciones y qué pasa en el mercado interno de vinos.
El sábado 24 de noviembre los argentinos celebramos un nuevo aniversario de la declaración del Vino Argentino como nuestra Bebida Nacional. Esta mención destaca nuestra identidad a través de un producto que reúne a hombres y mujeres, a lo largo de toda la Argentina, desde el viñedo hasta la comercialización. La Ley 26.870 refleja el valor cultural del vino y su rol en la identidad nacional, representando además beneficios directos a todos los productos y a cada actor de la cadena vitivinícola.
Cada botella de vino, tanto en Argentina como en el mundo, transmite a los consumidores las características de cada región productora. Con esta declaración, el vino argentino bebida nacional, se afirma como alimento que se consume en el seno familiar, lo provee de una marca que expresa la importancia de la mesa compartida y se convierte en embajador de nuestro país.
¿Qué provocó la devaluación en la industria del vino?
Lamentablemente, los incentivos a exportar vino embotellado derivados de un mayor tipo de cambio parecen haberse diluido debido al proceso inflacionario que sufre la economía doméstica. No es el caso de las exportaciones de vinos a granel, dado que no se ve afectado por el incremento de precios de insumos y, por lo tanto, el efecto devaluación opera de manera más fuerte sobre el precio que sobre los costos.
Entre junio y octubre de 2018, la depreciación del peso frente al dólar alcanzó un 43%, en tanto que la variación del índice de precios al consumidor en ese mismo período (junio a octubre) fue de 22,4%, situación aparentemente beneficiosa para la exportación. No obstante, para la industria vitivinícola se produjeron ciertos cambios que relativizan esa conclusión.
La mirada macroeconómica
Hablar de competitividad implica tomar en consideración una multiplicidad de variables que explican las variaciones en las exportaciones (acuerdos comerciales, costos de transporte, impuestos al comercio, aumento de costos internos, promoción, preferencias del consumidor, etc.).
No obstante, las variaciones de los tipos de cambio, tanto de mercados de destino y especialmente la de competidores, así como sus respectivas tasas de inflación, configuran modificaciones en las condiciones de competitividad, mejorando o empeorando sus posibilidades de comerciar.
Comparando estas dos variables (tipo de cambio e inflación) con respecto a dos de nuestros principales competidores, España y Chile, es posible visualizar cómo evolucionan estas condiciones exportadoras argentinas respecto a esos dos países, sobre todo tomando en consideración la importante devaluación sufrida por el peso argentino.
Desde el punto de vista de los países “exportadores”, el tipo de cambio real y, por lo tanto, las condiciones de venta mejoran si se verifica una o más de las siguientes condiciones.
- Aumenta el Precio FOB (vinos) al cual venden en el mercado de destino.
- Aumenta el Tipo de cambio nominal del país exportador (Moneda del exportador/$US)
- Se mantiene el nivel general de precios domésticos del país exportador o existen bajas tasa de inflación en el país exportador.
Si se establece un índice tomando en consideración tasa de devaluación y tasa de inflación de estos tres países, partiendo del año 2011 como base = 1 se puede observar la brecha creciente que existió entre Chile y España respecto a Argentina hasta el año 2017 y la recomposición en el 2018 producto de la devaluación (a pesar de la alta inflación). No obstante, también se advierte que Argentina no alcanza a compensar completamente la pérdida de competitividad acumulada desde 2011.
[caption id="attachment_27319" align="aligncenter" width="842"]
Elaboración Observatorio Vitivinícola Argentino.[/caption]
Se puede apreciar que entre el año 2011 y el 2017 al ser la tasa de devaluación del peso argentino menor a la tasa de inflación, se ha producido un deterioro en esta relación que ha empeorado las condiciones de los exportadores argentinos un 29%, mientras que, tanto en España como en Chile, la situación ha sido diametralmente opuesta y se ha mejorado la relación un 16% a 2017. Respecto a 2018, las revaluaciones tanto del peso chileno como del euro han tendido a achicar esta brecha que además tiene el efecto de la devaluación del peso argentino.
Las exportaciones
Tomando en consideración esta relación de inflación y tipo de cambio, es posible realizar un análisis más profundo y determinar con mayor precisión el efecto que estas variables tienen sobre el sector vitivinícola. Este análisis implica tomar en consideración una multiplicidad de variables que no necesariamente llevan a la misma conclusión que el comportamiento macro descripto anteriormente.
También es importante resaltar las características particulares de cada producto exportable, esto es las exportaciones de vino fraccionado (en especial el embotellado), las exportaciones de vino a granel y las exportaciones de Jugo de Uva Concentrado (JUC).
Una primera mirada respecto a lo acontecido a octubre de 2018 muestra que tanto las exportaciones de vino a granel como las de JUC se han incrementado significativamente, tanto en valor como en volumen.
Sin embargo, no ha ocurrido lo mismo con las exportaciones de vino fraccionado y particularmente de vino embotellado. En ambos casos se registran caídas en volumen en el orden del 4% y lo más llamativo, dado que no venía ocurriendo, también una leve disminución en valor.
[caption id="attachment_27320" align="aligncenter" width="787"]
Elaboración Observatorio Vitivinícola Argentino con base en datos del INV.[/caption]
Estos comportamientos se deben justamente a las características que, como dijimos anteriormente, tienen los distintos productos vitivinícolas exportados.
Si en primer lugar analizamos la estructura de costos del vino embotellado (insumos dolarizados), los costos financieros derivados de la exportación, la entrada en vigencia de derechos de exportación y la reducción de los reintegros a las exportaciones, es posible explicar, al menos parcialmente, las razones por las cuales las exportaciones de vino embotellado no han presentado el mismo comportamiento que el vino a granel.
Entre junio y octubre de 2018, la depreciación del peso frente al dólar alcanzó un 43%, en tanto que la variación del índice de precios al consumidor en ese mismo período (junio a octubre) fue de 22,4%, situación aparentemente beneficiosa para la exportación tal como se mostró al inicio de este artículo. No obstante, para la industria vitivinícola se produjeron ciertos cambios que relativizan esa conclusión.
- Un primer punto a destacar es que los insumos transables (importables o exportables), no se indexaron a la tasa de inflación sino que incrementaron sus precios a la tasa de devaluación, tomando en consideración el tipo de cambio pico registrado durante setiembre, es decir 42 pesos por dólar, lo que significó aproximadamente una suba de 52% en el precio de etiquetas, cápsulas y tapones.
- Entró en vigencia la aplicación del derecho de exportación establecido en $3 por dólar exportado. Esto equivale a restar tres pesos a la cotización del dólar divisa que se liquida a los exportadores.
- También entró en vigencia el nuevo porcentaje de reintegro a las exportaciones pasando de un 6% sobre el precio FOB a un 3,25%.
- El costo financiero que históricamente no era una variable determinante, tomó relevancia a partir del incremento de las tasas de interés que requiere el financiamiento que implica la espera entre la erogación del derecho de exportación (al momento de la exportación) y el ingreso de fondos que se produce al momento de la liquidación de la exportación.
Evaluando el resultado conjunto de estos efectos, es posible concluir que, en términos reales, la situación a octubre de 2018 arroja un resultado negativo respecto a junio, para las exportaciones que se realizan a precios inferiores al promedio (U$S 3,2 por botella).
El mercado interno
Estos efectos no operan solo en el mercado externo, ya que los costos de insumos secos impactan en el producto vino embotellado en general (botella, cápsula, tapón y etiquetas) con la particularidad de que en el mercado interno los incrementos de precios del vino embotellado responden a la tasa inflación más que a la tasa de devaluación.
Dicho en otros términos, el precio del vino de exportación expresado en pesos se incrementó entre junio y octubre en el orden del 40% (debido a la devaluación), en tanto que los precios del vino embotellado en el mercado interno entre junio y octubre de 2018 sufrieron incrementos que no alcanzaron el 10%.
Los números del mercado interno de vinos siguen en rojo: en el acumulado enero/setiembre de 2018 la caída de despachos de vinos fraccionados fue del -6% con relación al mismo periodo del año pasado.
Lamentablemente, los incentivos a exportar vino embotellado derivados de un mayor tipo de cambio parecen haberse diluido debido al proceso inflacionario que sufre la economía doméstica. No es el caso de las exportaciones de vinos a granel dado que no se ve afectado por el incremento de precios de insumos y por lo tanto el efecto devaluación opera de manera más fuerte sobre el precio que sobre los costos.