[caption id="attachment_2628" align="alignnone" width="640"] Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos de Caucasia Wine Thinking.[/caption]
Para Argentina, la concentración en la empresa líder es mucho mayor (Grupo Peñaflor, tuvo una participación de casi 30% en 2013) e incrementándose, aunque luego de esta posición la participación de cada empresa se reduce drásticamente. Podríamos hablar entonces de una industria con un proceso de concentración relativo, reducido a una empresa líder y múltiples seguidoras.
Otro aspecto a considerar es la composición de las exportaciones: Si bien históricamente Chile se ha especializado en las exportaciones de vinos embotellados (especialmente tintos), los requerimientos de mercado han ido transformando esta composición hasta que en 2013, aproximadamente, la mitad del volumen salió embotellado, y la otra mitad a granel. Considerando que la estructura productiva chilena no ha sufrido mayores cambios cualitativos, y que no se trata de una estructura excedentaria tampoco, puede deducirse que está vendiendo a granel el vino que con anterioridad vendía en botella. Este fenómeno no es exclusivo a Chile, ya que en informes anteriores hemos relatado la misma situación para Argentina, y para el mercado global en general.
Los precios de cada país
El precio promedio al que Chile vende el vino embotellado es de USD 3,33 por litro, y este valor ha crecido 20% desde 2005, por su parte el vino a granel en promedio consiguió USD 0,87 (con un crecimiento total del 15% en el mismo periodo).
Argentina en 2013 retomó participación sobre el vino embotellado, con lo que la composición quedó en 58% botella y 35% granel. El precio promedio que consiguió por estos productos fue superior al conseguido por el par chileno: USD 4,17 y USD 0,83 para cada uno. La tendencia es marcadamente al alza (78% de crecimiento para la botella y 128% para el granel en el periodo de análisis).
Influyendo en esta estructura de precios se encuentran no sólo los acuerdos comerciales ya comentados, ni la estructura productiva, sino variables macroeconómicas de cada país.
Podríamos afirmar que tanto el peso chileno como el peso argentino están atravesando un largo periodo de depreciación de sus monedas frente a las de los principales compradores, en otras palabras, el vino chileno y argentino son cada vez más baratos para sus compradores.
Sin embargo el ritmo y la composición de esta depreciación son muy distintos para cada uno:
La depreciación nominal del peso argentino ha sido mucho más marcada que la de su par chileno, (46% contra 5% en el caso del dólar americano en los últimos dos años), pero de ninguna manera implica que se haya trasladado a una ganancia en competitividad. El proceso inflacionario de nuestro país ha ido minando el tipo de cambio real, licuando el "abaratamiento" producido por el tipo de cambio a través del "encarecimiento" de costos internos. De este modo, podemos considerar que Argentina no ha tenido beneficios con respecto a Chile por la depreciación de su moneda, hasta fines de 2013.
Los mercados de cada uno
Una cuestión central a la estrategia comercial de los sectores vitivinícolas son sus mercados focos: adonde apuntar sus esfuerzos y recursos para colocar sus productos.
En la actualidad, Chile llega a 143 mercados, mientras que Argentina lo hace a 122. Esta similitud sin embargo se acaba al mirar la evolución: Chile incrementa año a año este número, mientras que Argentina en los últimos 5 años se ha mantenido promediando el mismo valor.
Si analizamos cómo están geográficamente distribuidas las ventas de vinos, vemos que los despachos chilenos están mucho más equitativamente diseminados entre varios mercados importantes (Estados Unidos, Reino Unido, China, Alemania y Japón cuentan entre los principales). La tendencia ha sido la de descomprimir los esfuerzos en un gran mercado (como podría haber sido Reino Unido para ellos) y derivar recursos al desarrollo de nuevos mercados, como es el caso de China, donde Chile fue uno de los países pioneros en embarcarse.
Argentina ha tomado el rumbo contrario de la mano de la fuerte especialización en el mercado de Estados Unidos: en los últimos 8 años pasó de contar con el 18% del volumen al 47% máximo que alcanzó en 2012. En 2013 está participación bajó al 42% debido a la retracción de las compras norteamericanas, que provocó una caída global en los volúmenes exportados de Argentina.
En el gráfico anterior se puede apreciar la trayectoria de participación del destino líder para cada país, y la participación de los primeros 5 y los primeros 10. En el caso argentino, la estabilidad de participación de los 10 primeros sólo puede explicarse por la pérdida de participación de los 9 restantes, la cual fue completamente transferida al líder.
Mientras que, en el caso chileno, el comportamiento es estable en las 3 medidas, lo cual es coherente con su estrategia de diversificación.
En conclusión, Argentina y Chile son fuertes competidores en mercados similares, con productos similares. Sin embargo la estructura productiva, y el ambiente de negocios y macroeconómico es fundamentalmente diferente. El éxito relativo del país vecino respecto al nuestro debería darnos pautas sobre lecciones a aprender. Sin embargo, existen diferencias intrínsecas en ambos sectores que generan la mayor brecha: la composición social, la historia vitivinícola y la defensa de diferentes valores previene a ambas industrias de tomar estrategias similares para alcanzar el éxito.
Notas: IC = Indicador de Concentración. El número que lo acompaña indica el número de observaciones que comprende el indicador. Por ejemplo, IC5 empresarial: participación acumulada de las 5 principales empresas.
Fuentes: Observatorio Vitivinícola Argentino, Caucasia Wine Thinking, Instituto Nacional de Vitivinicultura, Odepa, SAG, Universidad Católica de Chile.
[1] SAG 2011