El punto central del análisis de Rabobank en su informe trimestral “Rabobank Wine Quarterly Q1 2016”es el cambio de conducción del país, y al mismo tiempo, el cambio en el rumbo de la política económica.

Al respecto refiere: “Al poco tiempo de asumir la presidencia, Macri implementó una serie de medidas de fuerte impacto para revertir las políticas instrumentadas por la gestión anterior, creando así un panorama muy diferente para la industria vitivinícola hacia el futuro. Estos cambios tienen también impacto en el sector vitivinícola mundial.

Especificando, Rabobank advierte que al dejar que el tipo de cambio flote libremente, la moneda local se depreció inmediatamente un 35%. A esto, le suma el impacto de haber quitado el impuesto con que estaban gravadas las exportaciones, del 5% en el caso del vino.

El informe es optimista para el panorama de los exportadores de vinos argentinos, asegurando que “La devaluación de la moneda está haciendo más competitivas en precios las exportaciones argentinas, y la eliminación de impuestos, más rentable. La consultora Economía y Regiones estima que, como resultado de estos cambios, la competitividad del vino argentino ha mejorado un 50% de un momento a otro. Rabobank ve esto como el comienzo del ciclo de recuperación, y si se parece en algo a las recuperaciones anteriores, probablemente será muy rápida. Mucho más que otros países, la economía argentina siempre ha sido proclive a ciclos de caídas dramáticas, seguidos por recuperaciones muy rápidas. (…)Dada la tendencia histórica, Rabobank estima que Argentina está ahora preparada para un periodo de sólido crecimiento, y espera que este crecimiento se vea reflejado en la tendencia de sus exportaciones de vinos.”

[caption id="attachment_5737" align="alignnone" width="534"]Gráfico 1 Rabobank Gráfico original extraído del informe de Rabobank International.[/caption]

La depreciación de la moneda local era un reclamo ampliamente extendido del sector exportador, ya que las condiciones imperantes habían minado seriamente las posibilidades de competir en precios en mercados internacionales y, de hacerlo, los niveles de rentabilidad eran realmente bajos.

Esto se vio por supuesto reflejado en los resultados de las exportaciones de los últimos años: tras caer más del 15% anual en volumen, tanto en 2013 como en 2014, en 2015 asomó un tímido crecimiento del 1,3%, a costa de una retracción del precio promedio conseguido de casi 4%.

Sin embargo, a esta ecuación de tipo de cambio y competitividad le falta un componente esencial: la evolución del nivel de precios, es decir, la inflación.

Rabobank advierte esta situación al expresar que “En los últimos años, la economía argentina sufrió de alta inflación (más del 30%), pero el valor de la moneda local se mantuvo artificialmente alto debido a las políticas de gobierno. Como resultado, los exportadores no pudieron disfrutar de un beneficio adecuado al tipo de cambio existente, y las exportaciones de todos los productos, a excepción de vinos Premium, se volvió cada vez menos rentable. Las exportaciones de vinos argentinos empezaron a decaer, y al cerrarse esta salida de volumen, las existencias locales se acumularon.

Esta situación fue oportunamente explicada en un informe del Observatorio Vitivinícola Argentino, para el caso específico de Estados Unidos, y puede consultarse aquí.

El tipo de cambio nominal no es una medida adecuada de la competitividad de un sector respecto a sus competidores, particularmente cuando el nivel de inflación es elevado, como es el caso argentino.

En cambio, es conveniente utilizar el tipo de cambio real, que surge de un cálculo muy simple: al tipo de cambio nominal, le restamos la inflación del periodo. Y, por dar un ejemplo, para un mismo tipo de cambio nominal, si la inflación argentina es mayor a la de Estados Unidos, Argentina estará perdiendo competitividad (o, lo que es lo mismo, apreciando o fortaleciendo su moneda local en términos reales).

Es en este punto donde debemos detenernos y repensar las afirmaciones de Rabobank respecto a los sucesos recientes. Sus fuentes aseguran que el sector vitivinícola ha ganado un 50% de competitividad de un momento a otro y lo atribuye a dos causas: el 35% de depreciación del peso y la quita del 5% de impuestos. Sin embargo, falta aquí el ingreso de la inflación a la ecuación.

Lamentablemente, no se disponen de cifras oficiales (ni extra oficiales) de la inflación en el mes de diciembre (ni por supuesto de enero, mes en curso), que es cuando se produjeron los mencionados cambios en la política. Sin embargo, es suficiente vivir aquí para reconocer que se produjo un aumento de precios superior al que se venía registrando, previo a la salida del cepo cambiario, por efecto de las expectativas del dólar a futuro[1].

Este ajuste de precios por expectativas, así como la fuerte dependencia de los precios generales de la economía con respecto al dólar, son característicos de la economía argentina, quien tiene costumbres inflacionarias.

Aclarando que nos movemos dentro del campo de la suposición, es de prever que esta “ganancia” en competitividad no haya sido plena, quedando pendiente de la publicación de cifras oficiales de la inflación de diciembre y enero, el cálculo de cuál puede haber sido el beneficio real de la unificación del tipo de cambio, y la consecuente devaluación para el sector exportador.

En otro orden, es interesante compartir la lectura que hace Rabobank del mercado que deberá enfrentar Argentina, partiendo de su afirmación inicial: “Dado que es el 5º productor mundial de vinos en el mundo, esta mejora (del 50%) en la posición competitiva argentina tiene un impacto importante en la industria vitivinícola global”. Y que “La industria vitivinícola argentina tiene ahora una oportunidad para flexibilizar precios y aun así mejorar su rentabilidad, pero este proceso debe manejarse con cuidado para evitar complicaciones a largo plazo”.

Los dos grandes cambios que prevé Rabobank afectarán el reingreso del vino argentino a los mercados mundiales: la retracción de la demanda de vinos a granel de Estados Unidos, debido al alto nivel de existencias locales, y a la premiumización de la demanda, que retrae las compras de vinos en segmentos inferiores de precios. Y, en segundo lugar, la intensificación de la competencia entre los principales proveedores mundiales de vinos, especialmente Chile, que ha aumentado su oferta exportable y dispone de mejores acuerdos comerciales.

[caption id="attachment_5738" align="alignnone" width="536"]Gráfico 2 Rabobank Gráfico original extraído del informe de Rabobank International.[/caption]

La conclusión del informe de Rabobank expresa que: “En adelante, los exportadores argentinos deberán enfocarse en mejorar la rentabilidad que fue sometida a tanta presión en los últimos años. La devaluación del peso argentino y la eliminación de impuestos a las exportaciones jugarán un rol altamente constructivo para conseguir este fin, pero el desafío clave para el país será intentar reconquistar su posición en el mercado de vinos Premium y su esquema de precios. La moneda más barata creará oportunidades para que los exportadores sean flexibles al fijar sus precios. Y cierta flexibilidad será necesaria, pero deberá ser manejada con mucho cuidado para evitar dañar el posicionamiento de los vinos Premium más a largo plazo. Los movimientos de tipos de cambios son volátiles, pero las estructuras de precios no.”

[caption id="attachment_5739" align="alignnone" width="533"]Gráfico 3 Rabobank Gráfico original extraído del informe de Rabobank International.[/caption]




 
[1] El día 26/01/16 el Gobierno Nacional recomendó el uso de los IPC de CABA y San Luis como referencia, los cuales oscilan entre 3,9% y 6,5% para el mes de diciembre.