Mercado externo
El mercado brasileño, fuerte desafío para las bodegas argentinas
9 junio, 2015
Los organismos encargados del fomento del consumo de vinos en Brasil estiman que la venta de vinos crecerá un 37%. ¿Argentina podrá captar un porción de esa mejora? ¿Cómo se para nuestro país en ese mercado frente a Chile, su principal competidor?
Aún cuando la coyuntura en Brasil no aparece como demasiado favorable, con tasas de desempleo que alcanzaron el pico más alto en los últimos tres años, los salarios que, en promedio, son los más bajos de la última década y la economía que avanza lentamente hacia una recesión (según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas, Brasil creció apenas 0,1% en 2014), pareciera que no todas son malas noticias, por lo menos para el negocio del vino.
Los organismos encargados del fomento del consumo de vinos en Brasil pronostican que en 2016 el consumo crecerá, llegando a 2,6 litros per cápita, más del 37% de ascenso si lo comparamos con los 1,9 litros que los brasileños beben actualmente por año. El desafío para la Argentina será ganar parte de ese aumento de consumo previsto, en un país con más de 200 millones de habitantes.
Sin embargo, por ahora el consumo de vinos en Brasil todavía es bajo en relación a otros países de la región y del mundo. Su consumo de 1,9 litros de vino per cápita al año está bastante lejos de los 60 litros anuales de cerveza y de los 20 litros de cachaza (destilado de caña de azúcar que se usa como materia prima para la elaboración de las conocidas caipiriñas).
Argentinos y chilenos en Brasil
Históricamente, los vinos argentinos y luego los chilenos han sido beneficiados en Brasil y han logrado un mejor posicionamiento en su mercado. Es que son beneficiados con una ventaja arancelaria (alícuota cero) respecto a los vinos importados desde otros países, quienes deben abonar un arancel del 27%.
Varios han sido los motivos que han generado caídas continuas en las ventas de los vinos argentinos a Brasil. La devaluación del real y el incremento de los costos en la cadena de distribución, sobre todo impositivos, que se vieron reflejados en los precios de góndola y que no fueron bienvenidos por los consumidores, son entre otras, las más importantes piedras en el camino para las bodegas argentinas.
A la Argentina le ha costado conseguir competitividad en este destino, básicamente porque tuvo que aumentar sus precios, con el efecto esperado: las ventas bajaron. Entonces, los segmentos cercanos entre U$S 30 y U$S 35 por caja de 12 botellas fueron ocupados, mayoritariamente, por las viñas de Chile.
Otra grieta que se genera en la relación comercial con Brasil son las "licencias no automáticas" aplicadas al momento del ingreso. Las bodegas argentinas deben esperar hasta 60 días para conseguir la aprobación, mientras que las chilenas las obtienen rápidamente. Estas licencias no automáticas impuestas por el Gobierno brasileño frenaron el flujo de ventas argentinas y, obviamente, eso perjudicó el desarrollo de nuevos negocios en ese mercado.
Los principales canales de venta de vinos en Brasil son los supermercados que cuentan con bodegas acondicionadas, sommeliers y personal especializado en el sector. Las góndolas supermercadistas, que venden el 70% del total de los vinos que se expenden en Brasil, exhiben una amplia variedad de etiquetas de vinos importados.
Aún cuando la calidad de los vinos brasileños ha crecido y ha sido reconocida por los especialistas, la preferencia de los consumidores se mantiene asociada con los vinos importados, especialmente los chilenos y argentinos.
Desde 2010, Chile ha sido beneficiado con el arancel cero (el mismo que tiene Argentina, pero hay que recordar que nuestro país es socio fundador del Mercosur, junto con Brasil).
Hace un año Chile superaba la barrera de los U$S 100 millones por vinos exportados en tres países. Actualmente salta esa marca en seis destinos y entre ellos, justamente, está Brasil. Los otros cinco son Estados Unidos, Reino Unido, Japón, China y Holanda.
Un punto que distingue las estrategias exportadoras de Chile y de Argentina es la diversificación varietal del primero y la concentración del segundo. El Cabernet Sauvignon es la principal cepa exportada por Chile y concentra el 18% del total de los envíos, mientras que la variedad más exportada por la Argentina es Malbec, que concentra casi el 50% de sus despachos.
Chile tiene una participación en Brasil del 50% del total importado y le vende más de 35 millones de litros a valores que están muy por debajo, en promedio, de la industria argentina.
Chile ha crecido a tasas más que interesantes en los últimos años. Llama la atención que, si comparamos las ventas desde 2008 a 2014, notamos que Argentina prácticamente se ha mantenido en volumen de despachos a Brasil (oscilando entre 13 y 16 millones de litros), motivado, entre otros factores, por el incremento del precio (pasó de U$S 23,34 a U$S 36,04 por caja de 9 litros). Para el caso de Chile la situación es inversa, los volúmenes de ventas prácticamente se han duplicado en esos seis años, pasando de unos 18 millones de litros a casi 36 millones de litros en 2014. Con respecto a los precios de los vinos chilenos, si bien han tenido incrementos, no han sido tan pronunciados (en promedio el precio por litro de vino chileno es de U$S 28,76, es decir, un 20% más barato que los vinos argentinos).
La realidad argentina
La Argentina ocupa el segundo lugar, detrás de Chile, en el ranking de exportadores de vinos a Brasil con una participación del 18,9% en el total comprado por ese mercado.
Los primeros cinco destinos de los vinos argentinos concentran el 67% de las ventas totales al exterior, tanto en volumen como en valor, y Brasil aparece cuarto en importancia para las bodegas locales, detrás de EEUU, Canadá y Reino Unido.
Como vemos en la próxima tabla se nota la fuerte baja en las ventas de vinos argentinos fraccionados al mercado brasileño desde 2011. En 2014 la tendencia se revirtió y se ve una leve recuperación en facturación (4%) y en volumen de (1%).
Si analizamos las ventas de vinos argentinos por color, vemos que crecieron solamente los tintos, con una suba en 2014, respecto del año anterior del 4% en facturación y del 2% en volumen. En cuanto a los varietales, el Malbec argentino mantiene su liderazgo en Brasil, concentrando el 47% de las ventas, seguido por el Cabernet Sauvignon con 18%.
Prácticamente la totalidad de los vinos argentinos llegan a Brasil en botella. El resto de los envases, como multilaminado, bidón y sachet han disminuido notoriamente las ventas en los últimos años hasta casi ser inexistentes.
Conclusión
Según un estudio de Riesgo de Coface, se espera que el PBI brasileño se contraiga 0,5% durante 2015 y, como consecuencia, la insolvencia podría tener un alza este año. El mismo estudio indica que el sector industrial será otra vez el más afectado, debido a la precaria infraestructura para el transporte, la pesada carga fiscal y la baja competitividad, a pesar de la depreciación del tipo de cambio (se espera que el real concluya 2015 a razón de 2,90 R$/Dólares). La creciente posibilidad de racionamiento de la electricidad y del agua hará que haya que revisar los pronósticos a la baja.
Los escenarios de riesgo para todos los sectores industriales, insiste Coface, se mantienen sensibles y puede que sólo mejoren en 2016. Las primeras cifras de 2015 ya mostraron que no será un año fácil.
El estudio de Caface agrega que, en general, el riesgo aumentará en los segmentos de la industria automotriz y del transporte, industria de la construcción, servicios de distribución, así como en la industria electrónica, de TI y telecomunicaciones. El resto de los sectores no reportarán grandes cambios en su nivel de riesgo.
Como vemos, Brasil ha comenzado el año 2015 con demasiados desafíos. Con el propósito de mejorar la confianza, Brasil necesita recuperar su compromiso con la política fiscal y también trabajar en base a una política monetaria restrictiva para hacer que la inflación vuelva a sus carriles normales.
Esta situación de desequilibrio que se ha planteado con el principal socio comercial de la Argentina provocará necesariamente que el Gobierno argentino adopte algunas medidas que se vienen solicitando (especialmente desde la industria vitivinícola) y que serían necesarias para equilibrar la situación actual.
El desafío será ver cómo reacciona la industria alimenticia y la vitivinícola brasileñas para que las bodegas puedan aprovechar nuevas oportunidades que surjan para conseguir el incremento de las exportaciones hacia Brasil, destino donde no hace mucho tiempo, la Argentina era líder absoluto.