El consumo mundial de vino se encuentra, desde el año 2010, en niveles cercanos a los 24.500 millones de litros, esto es unas 27 veces el mercado interno de Argentina. Se caracteriza, además, por contar con un número creciente de países consumidores, productores, importadores y exportadores. El entramado cada vez más complejo de la estructura de los mercados del vino, requiere entender si existen patrones identificables que permitan inferir el futuro de la principal variable del mercado, el consumo, en un mundo cada vez más globalizado.



Una primera mirada más abarcativa, que considere el consumo total de alcohol, muestra que los principales consumidores de bebidas alcohólicas, desde 1990, presentan dos características bien marcadas: 1) menor niveles de consumo de alcohol, es decir, una tendencia claramente decreciente de la ingesta de bebidas alcohólicas o bien del mix de bebidas consumidas y 2) consumos cada vez más similares entre países.



Pero si centramos el análisis exclusivamente en el mercado del vino, encontramos una división bien marcada en los principales países consumidores.



Existe claramente un grupo de consumidores de vino por sobre los 1.000 millones de litros de consumo anual, entre los cuales se puede considerar a Argentina, integrado además por: Estados Unidos, Francia, Italia, China, Alemania, Reino Unido, Rusia y España. Advertimos, además, que los grandes productores y además exportadores netos de vino (Francia, Italia, España y Argentina) presentan una tendencia decreciente en el tiempo. En tanto que los grandes consumidores e importadores netos tienen un comportamiento opuesto, es decir, un consumo creciente debido a mayores importaciones (China, EEUU, Alemania, UK, Rusia).

Es bueno aclarar que los exportadores e importadores se consideran netos tras el cálculo de las exportaciones menos las importaciones de un mismo país. En el caso de Argentina, la tener importaciones casi nulas, es considerado un exportador neto.





Consumos crecientes y decrecientes de grandes actores, sumado al hecho de un número creciente de países participando del comercio mundial, explican el comportamiento estabilizado del consumo mundial agregado de vino.

Un paso más dirigido a entender el comportamiento del consumo mundial de vino tiene que ver con intentar identificar si existen patrones similares entre distintos países y si es posible hablar de convergencia de los niveles del consumo per cápita. Al analizar esta variable (consumo per cápita) de estos mismos grandes consumidores, advertimos que efectivamente existe convergencia, aunque no es posible identificar si hay un nivel hacia cual está convergiendo el consumo per cápita.

El valor promedio de los grandes consumidores que se observa actualmente está en el orden de los 25/26 litros per cápita y que, si bien existen distintos valores para cada país, no es posible afirmar que este sea el valor de convergencia. Lo que sí es claro que es que los consumos per cápita son cada vez más parecidos entre países. Cuantitativamente se mide la relación que existe entre la dispersión de los consumos per cápita de cada país (qué tan similares son entre sí) respecto al valor promedio de cada año (coeficiente dispersión).



Una primera síntesis muestra que el consumo mundial se encuentra más diversificado, globalizado, con más actores tanto en la oferta como en la demanda y por lo tanto más competitivo.

Esta situación conduce a la necesidad de entender con mayor profundidad a los mercados que, como destacamos, pueden dividirse en términos de consumo en importadores netos y exportadores netos.

El caso de China

China es por lejos el mercado más dinámico entre los principales mercados de importación. A partir de un análisis de demanda por importaciones del mercado chino, que realizamos mediante un modelo econométrico desarrollado en el Observatorio Vitivinícola Argentino, encontramos como variables críticas al precio de importación y la tasa de crecimiento de la economía china.

La dinámica y el crecimiento de la actividad económica han sido unas de las razones por las cuales ha crecido la demanda de vinos en China. Así, encontramos que por cada 1% de crecimiento de la economía china, se ha incrementado un 1,8% la cantidad demanda de vino. En tanto que la reacción al precio es también muy importante, siendo que por cada 1% de reducción de los precios promedio de importación, la demanda se ha incrementado en 2,3%.

Cuando observamos el comportamiento de los principales exportadores al mercado chino, advertimos que los países que han logrado incrementar su participación de manera más consistente han sido aquellos que pudieron mantener una estrategia de precios inferior a la de los competidores, en particular Chile (29% inferior al promedio) y España (51% inferior al promedio).

En particular, las exportaciones argentinas al mercado chino se han visto sumamente afectadas por las variables macroeconómicas de nuestro país (deterioro del tipo de cambio real), induciendo a precios de exportación del vino argentino en el orden del promedio del mercado chino. Esta circunstancia ha limitado la expansión de nuestro vino en China.



Y en el mercado interno argentino qué sucede

En cuanto al grupo de exportadores netos, que como destacamos presentan un comportamiento en el consumo que decrece en el tiempo, es importante entender en particular a nuestro mercado interno.

También, a partir de un modelo econométrico desarrollado en el Observatorio Vitivinícola Argentino, identificamos las principales variables que afectan al consumo de vino y, como es de esperar en los modelos de demanda, aparece el nivel de actividad económica como un determinante del consumo de vino; el precio de la cerveza, como principal sustituto de un importante segmento de precios del vino; y la variable inflación que afecta no solo a la capacidad de compra sino también que distorsiona los precios relativos. Estas tres variables explican en un 95% el comportamiento del consumo de vino en argentina.

Hacia dónde va el consumo de vinos

En parte, la globalización y los nuevos patrones de consumo determinan las nuevas condiciones de mercado con valores de consumo per cápita inferiores a los observados en décadas pasadas. Por otro lado, los niveles de actividad económica, así como la capacidad de mantener precios por debajo de la competencia (ya sea de la propia industria, como de las bebidas sustitutas) determinarán las variaciones en torno a los valores límites que le impone a la industria el mercado global.

Por cada punto porcentual de aumento del precio del vino en el mercado argentino la cantidad demandada cae 0,7%. En tanto que por cada punto porcentual que aumenta el precio de la cerveza, la demanda de vino se incrementa 0,6%. Finalmente, el crecimiento de la actividad económica (nivel de ingresos) potencia por cada punto porcentual un 0,3% la cantidad demandada de vino.

El consumo de vinos cambió por diversidad, por globalización y por patrones de consumo. Esta es una restricción que no podemos desconocer a la hora de pensar en la evolución de la industria vitivinícola argentina, ya sea por nuestro propio mercado interno como por las demandas de los países importadores a los cuales les vendemos nuestro vino. Esta situación impone la necesidad de entender estas demandas, cuáles son las variables que permiten una expansión, así como las estrategias seguidas por los principales competidores.