A partir de información histórica y tomando en consideración distintas variables relacionadas con un mercado, en este caso el del consumo minorista de cerveza, es posible indagar si existe una relación sistemática entre esas variables y el consumo de cerveza.

A través de esa evidencia empírica se pueden identificar las variables que afectan el consumo de este producto y en qué magnitud lo hacen. En general las cantidades consumidas se ven afectadas esencialmente por el precio del producto analizado, el precio de su principal sustituto, el nivel de ingreso, la tasa de inflación y eventualmente por aspectos tendenciales asociados a los gustos del consumidor. En nuestro análisis se consideró al vino como producto sustituto, de manera que se obtuvieron resultados respecto a la variación que el consumo de cerveza tiene ante cambios en el precio del vino.

Una persona consume o invierte dependiendo de sus preferencias y de los precios que existen en esa economía. En el estudio se encontró que, ante inflaciones de un dígito cercanas a cero, la señal de consumo viene dada por el precio nominal, mientras que, en periodos de inflaciones estructurales, que pueden ser consideradas altas, mayores al dígito, la señal de consumo viene dada por el precio real, es decir, los agentes empiezan a tener en cuenta a la inflación.

No obstante, los resultados indican que la cantidad consumida de cerveza se ve apenas afectada por incrementos de su precio, es decir, es lo que se define como una demanda inelástica al precio. La reacción respecto al precio del vino es algo más importante; un incremento del precio del vino del 10% impacta en promedio en casi un 2% en el consumo de cerveza, mientras que las variables que más traccionan sobre el consumo de cerveza son: el nivel de ingreso (medido en este caso mediante el producto bruto interno) y el componente tendencial, reflejando el cambio en las preferencias de los consumidores en favor de este producto.