El desarrollo se desprende de un reciente paper publicado en la revista Chemistry World, cuya autoría corresponde a un grupo de investigadores de la Universidad de Bologna, Italia.

De acuerdo a la OIV, el año pasado (2014) se elaboraron alrededor de 280 millones de hectólitros en todo el mundo. El proceso de vinificación conduce a la generación de una importante cantidad de residuos sólidos y líquidos. En particular el orujo, que constituye el principal residuo sólido, y se compone 50% de piel, 25% de tallos y  25% de semillas.

Teniendo en cuenta que de cada 100 litros de vino producido, se generan 18 kilos de orujo, podemos decir que todos los años se generan entre 3 a 5 millones de toneladas de tales residuos. Anteriormente, una regulación de la Unión Europea (EC Regulación 1493/99) establecía que dichos residuos debían ser procesados en destilerías dentro de la Unión Europea. Sin embargo, una nueva regulación (EC 479/2008) promueve la reducción gradual de subsidios a la destilación, y en consecuencia revoca la destilación obligatoria. Esto debería conducir a la promoción del desarrollo de protocolos alternativos, integrados, sustentables y estandarizados para la valorización de los residuos sólidos de la bodega.

En esta problemática se enmarca la investigación publicada recientemente en la revista Green Chemistry, que propone el desarrollo de una biorrefinería alimentada de orujo.  El enfoque propuesto permite la obtención de diferentes productos a través de la aplicación de procesos modulares consecutivos. Esto implica la explotación de los residuos orgánicos, al mismo tiempo que se reduce la generación de desechos.

¿Qué es lo novedoso de esta investigación? Se han realizado múltiples trabajos sobre la valorización del orujo de la uva, pero es poco probable cada uno de los procesos propuestos sean viables económicamente si se aplican a escala industrial singularmente. Lo novedoso de la biorrefinería integrada de usos múltiples es que permite la obtención de diversos subproductos tales como antioxidantes naturales, biopolímeros y biogás. En particular, es la primera vez que se utiliza el orujo como sustrato para la producción de polihidroxibutirato; un biopolímero potencialmente útil para la producción de botellas plásticas por ejemplo.

La investigación corresponde a los autores Lorenzo Bertin (lorenzo.bertin@unibo.it) y Gonzalo Martínez (gonzalo.martinez3@unibo.it)