El consumo de vino envasado en Bag in Box crece muy lentamente en la Argentina, la oferta es demasiado escasa y las pocas bodegas locales que se juegan a probar suerte tienen que pelear contra un estigma, cargado de prejuicios, que muestra a un consumidor desconfiado de la calidad del producto. Sin embargo, los consumidores, parecieran estar ajenos a los preconceptos y se animan a probar a medida que conocen las ventajas del producto.

Las ventas de vino en Bag in Box en el mercado interno argentino se dispararon en 2014, con un salto de más del 440% con relación al año anterior. Ya en 2015, en solo 8 meses, los despachos al mercado local muestran un crecimiento del 312 % respecto de todo el año pasado, con poco más de 800 mil litros, según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura.

Despachos BIB

El mercado global de Bag in Box

Según datos de Caucasia, en 2014 las ventas de vino argentino envasado en Bag in Box representaron una facturación de más de 4,5 millones de dólares por la venta de más de 674 mil cajas de 3 litros. Son 17 las bodegas argentinas, que agrupan unas 40 marcas de vino en Bag in Box, las que se animaron a posicionar el producto en el exterior.

A nivel global los datos de exportación y consumo son bastante ambiguos ya que según una resolución de la OIV el vino que está en recipientes de más de 2 litros es considerado vino a granel, por lo que los envases de 3, 5 y 10 litros de Bag in Box son difíciles de identificar y hacen compleja la tarea para rastrear información y verificar las estadísticas.

Sin embargo, en base a datos de empresas privadas proveedoras de insumos para envases de Bag in Box, los países líderes en el consumo de vino con este tipo de packaging son los escandinavos. Por ejemplo en Suecia y Noruega el consumo de vino en Bag in Box supera el 50%, según los registros de empresas líderes como Smurfit y Scholle.

En Australia el consumo de Bag in Box crece y está próximo a alcanzar el 50% de las preferencias, mientras que en Dinamarca el favoritismo por este envase supera el 20%. El mercado de EEUU está próximo a quebrar la barrera del 20%, mientras que Rusia y Reino Unido ya alcanzan el 10% del total consumido, por encima de España e Italia, países que todavía no se despegan del 2 al 3%.

Según un informe de France AgriMer, Francia, el país más tradicional en el mundo del vino, en 2014 había superado el 36% de las preferencias de consumo y el Bag in Box le gana terreno con velocidad a la botella. En términos de valor, Francia ya consume más de 556 millones de dólares en vinos envasados en Bag in Box.

Reuters publicó recientemente que el mercado británico, de acuerdo a estimaciones de la cadena Tesco, el crecimiento esperado será de 2% por año. Actualmente se comercializan allí unos 495 millones de dólares por vinos envasados en Bag in Box.

Las ventajas del Bag in Box

Además de que una vez abierto el envase el vino mantiene sus características organolépticas intactas, se suman una serie de beneficios técnicos y comerciales que muestran al Bag in Box como una alternativa valiosa.

Inventado en 1965 por el enólogo australiano Thomas Angovela, algunas empresas comenzaron a colocar envases de polietileno dentro de envases de cartón pero la práctica evolucionó hasta lo que actualmente conocemos como Bag in Box: una bolsa cerrada y hermética que contiene y protege el vino hasta el momento de su uso, con una válvula de descarga que permite el vaciado de la bolsa alojada dentro de una caja de cartón.

Las bolsas son fabricadas en función al producto a envasar. Actualmente las capacidades varían entre 3, 5, 10, 15, 20, 24, 200 y 1000 litros. Sus atributos en términos de costos, facilidad de transporte y conservación se ven reflejados en el valor final del vino.

Durante su uso, el Bag in Box previene la oxidación del vino, al no permitir el ingreso de oxígeno. El almacenamiento es sencillo y económico por el espacio reducido que ocupan los envases vacíos. Para el traslado es destacable que el peso y el volumen son reducidos en comparación con otros materiales de envase. Además, este envase muestra tiene un menor volumen de desechos, disminuye el impacto ambiental y, por ejemplo, un envase de Bag in Box de 3 litros deja una huella de carbono 5 veces menor que una botella de vidrio de 75 cl.

También optimiza el almacenaje ya sea de envases llenos como vacios, incluso puede cargarse hasta un 40% más de vino en un camión o en un contenedor.

La higiene es máxima ya que los envases son de un solo uso, son cómodos, versátiles y los tamaños y formas son adaptables a la necesidad del cliente. Además, comunicacionalmente, aceptan la personalización del envase en cuanto a la forma, diseño e impresión.

Otra de las ventajas altamente destacables es que permite incrementar el consumo individual de vino ya que ofrece la flexibilidad de poder consumir sin tener que pensar que hay que tomarse toda la botella para evitar desperdiciar el resto.

Los bares y restaurantes tienen la posibilidad de vender por copas ya que la vida útil del producto abierto es de 6 a 8 semanas, sin riesgos de que los aromas o los sabores se vean alterados.

Derribar los mitos

Con el nacimiento del nuevo milenio, en las principales regiones vitivinícolas del mundo, algunas bodegas extranjeras se animaron a envasar vinos Premium en Bag in Box, con la etiqueta de sus marcas más prestigiosas.

En la Argentina sólo se han visto intentos aislados con resultados dispares y aún la oferta es muy baja. Quizá haya llegado el momento de derribar los mitos, educar al consumidor sobre las ventajas del producto e imitar a los países que ya muestran una experiencia exitosa con este envase.

Como vinos, ya 17 bodegas, atentas a los requerimientos de sus clientes del exterior tuvieron que incursionar en el moderno sistema de packaging hace varios años. El desafío que tienen enfrente es desarrollar ahora su estrategia comercial para el mercado local.

Derribar los mitos que envuelven al Bag in Box, especialmente en su comparación muchas veces errónea con la damajuana y el Tetra Brik, es el desafío mayor que enfrenta la industria vitivinícola argentina. Una de las ventajas más notorias del envase es que favorece el consumo de vino en el hogar, porque se puede servir una copa y el vino que queda en el envase ya abierto mantiene sus características organolépticas durante más de 30 días. El consumidor puede servirse una copa cuando quiera, sin temor a que el vino se le eche a perder.