El Malbec nos representa en el mundo y en nuestro suelo encontró el mejor terruño para expresar sus cualidades. En el Observatorio Vitivinícola Argentino nos sumamos a los festejos por el Día Mundial del Malbec con datos que explican cómo la variedad insignia de la vitivinicultura argentina conquistó los paladares de los consumidores de de todas las latitudes y por qué sigue haciéndolo. Como sabemos, Malbec es una cepa originaria del Sur Oeste francés, donde se llamaba Côt. Su estilo es tánico, duro y oscuro. El momento de mayor auge del Malbec francés fue entre los siglos XII y XIV cuando los reyes y papas lo preferían y su exportación representaba el 50% de los vinos que salían del puerto de Bordeaux. Pero la epidemia de filoxera del siglo XIX y la fuerte helada de 1956 diezmaron las virtudes de la cepa francesa y el Malbec, que ya había sido ingresado en 1852 por el ingeniero agrónomo Michel A. Pouget, encontró en la Argentina su lugar en el mundo. Según los registros del Instituto Nacional de Vitivinicultura, el primer viñedo de Malbec argentino estuvo en Salta en 1889 y fue recién en el año 1900 cuando aparece el registro de 45 hectáreas implantadas con Malbec en Mendoza. Diez años después se produce un salto grande con 239 hectáreas en la provincia de Mendoza, pero es recién a partir 1960 cuando comienzan a poblarse los viñedos de todas las provincias vitivinícolas con nuestra cepa insignia. La producción de uva actual Es en los años ’70, cuando la implantación de la llamada “uva negra” transforma el paisaje de las regiones vitivinícolas argentinas, pero la “gran explosión” de la variedad llega con el boom exportador, a principios de los 2000, hasta llegar a las más de 40.400 hectáreas registradas en 2017. Actualmente, Malbec concentra el 18% de las hectáreas implantadas con vid en la Argentina y es la variedad líder en nuestro territorio. De un total de casi 220.000 hectáreas cultivadas con vides aptas para la elaboración de vinos, más de 40.400 hectáreas poseen entre sus hileras uvas Malbec. En los últimos 10 años, el crecimiento de la implantación de Malbec significó un 54%. Y el 85% de las hectáreas cultivadas con uva Malbec están en la provincia de Mendoza. La vendimia 2017, una de las más bajas de los últimos 60 años, llevó a las bodegas argentinas casi 3,1 millones de quintales de uva Malbec. Casi el 81% de esas uvas fueron cosechadas en la provincia de Mendoza, el 9% en San Juan y el 10% restante se lo repartieron entre provincias con tradición vitivinícola como Salta, La Rioja, Neuquén, Catamarca y Río Negro; pero también otras provincias se han sumado a la ola Malbec y también recolectaron sus uvas como La Pampa, Tucumán, Córdoba, San Luis, Buenos Aires, Jujuy y Entre Ríos. En los últimos 10 años, la evolución de la cosecha de uvas Malbec fue del 44%. En 2013 se produjo la cosecha máxima con 3,65 millones de quintales. En 2017 el rendimiento del Malbec superó los 76 quintales por hectárea. Los mercados del Malbec Más de la mitad de las botellas de vino argentino que llegan a todo el mundo contienen Malbec, exactamente, el 56% del vino exportado por Argentina lleva la etiqueta de su variedad emblema. En 2017, las exportaciones argentinas de vino Malbec superaron los 125 millones de litros que reportaron más de 508 millones de dólares. En los últimos 10 años, el crecimiento de las exportaciones de vino Malbec significó un 99% en litros y un 129% en facturación (u$s FOB). Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Brasil concentran más del 68% de los despachos al exterior de vino Malbec Argentino. El resto se lo reparten entre más de 120 países. En el mercado argentino, los despachos de vino Malbec durante 2017 superaron los 77 millones de litros, lo que significó casi el 41% de participación en el total de vino envasado y despachado como varietal. En 10 años, el salto en el mercado interno argentino significó el 24%. Características del Malbec según la región en la que se produce El Malbec encontró en la Argentina su mejor terruño y se adaptó rápidamente a las diversas superficies que ofrece la geografía del país. La gran cantidad de días de sol que tienen las zonas vitivinícolas de la Argentina (especialmente Mendoza) favorece la producción de extraordinarias uvas Malbec. Al ser una variedad muy flexible, el resultado de sus vinos varía bastante de acuerdo al terruño en el que se produjo la uva. Sin embargo, en general, la característica más sobresaliente del Malbec es su color oscuro intenso. Debido a la diversidad de zonas que presenta nuestro territorio, cuando es cultivado en regiones cálidas, como Cafayate en Salta; o en las zonas centrales tradicionales de Mendoza, el Malbec tiende a ser oscuro, vigoroso y con un grado alto en alcohol. Pero cuando el Malbec proviene de tierras más altas y frescas, como el Valle de Uco en Mendoza, los vinos son más firmes en su estructura, con mayor acidez natural y más tensión. En la Patagonia, por ejemplo, una zona más fría, ventosa y seca, específicamente en las regiones de Neuquén y Río Negro, la tarjeta de presentación del Malbec es fresca. ¿Qué pasa con el Malbec en otras regiones del mundo? Según el reporte “Focus OIV 2017”, elaborado por la Organización Mundial de la Vid y el Vino, la variedad Malbec se encuentra cultivada en varios países. Quitando de este análisis a la Argentina, los países que presentan mayor cantidad de superficie implantada con Malbec son Francia, Chile y Estados Unidos con 6.816, 2.309 y 1.641 hectáreas, respectivamente. En Francia, el Malbec de Cahors está hecho para envejecer, y que su estructura así lo exige. Pero no es necesariamente para un envejecimiento prolongado y cuando se mezcla con el Merlot resulta más suave. En el Estado de Washington, en EEUU, se elabora un Malbec con la capacidad de aportar matices y fácil de beber. La importancia del Malbec para la Argentina El Malbec, como variedad insignia para Argentina, cumplió un rol fundamental: hacer conocer el vino argentino en el mundo. Esta variedad traccionó las ventas, tanto en el exterior como en el mercado interno, al crecer más que el resto de variedades. Este fenómeno no tiene comparación en el mundo, ya que en el resto de países competidores sus variedades insignia han cumplido un rol menos destacado: proveen un factor de diferenciación, pero las variedades que abren mercados y generan mayores ventas son las internacionalmente demandadas (por lo general Cabernet Sauvignon y Chardonnay). El Syrah australiano es la única variedad insignia que tiene en la actualidad una participación predominante como sucede con el caso argentino.