Mirar los datos de las importaciones de vinos de los últimos meses de 2016 requiere, necesariamente, complementar el análisis con otras variables de la cadena que permitan tener una idea más acabada de esta situación.

Entre enero y noviembre de 2016, Argentina importó casi 2 millones de litros de vino (el 90% proveniente de Chile). ¿Es mucho o es poco? Sin entrar en discusiones acerca de lo bueno o malo que resulta para la vitivinicultura argentina importar vino de Chile, España o Francia, siempre es necesario darle un anclaje a los números absolutos para que reflejen la situación real. Como siempre, contextualizar y “mirar el bosque” nos puede ayudar y evitaremos caer en facilismos y análisis parciales y subjetivos.

En 2016 se destinaron 1.700 millones de kilos de uva para elaborar vinos y mostos en Argentina. Esto es, si se considera una serie de 21 años (1996-2016), el menor volumen de uva elaborado en todo el período, el correlato estuvo en los litros producidos que también fueron los más bajos del período.

Así, las importaciones de 2016 significan el 0,15% del vino elaborado. Es decir que aún con la cosecha más baja en mucho tiempo, el vino importado no alcanza al 1% de lo elaborado.

Para vender hace falta producir o tener stocks. Ya vimos que en 2016 la producción fue la más baja en mucho tiempo, por lo que para abastecer un mercado, que si bien en 2016 seguramente terminará por debajo de otros años, hizo falta recurrir a los stocks. Un dato importante a tener en cuenta es que Argentina no hubiese podido abastecer normalmente sus mercados si hubiese contado solamente con lo elaborado en 2016.

En 2015 se vendieron, tanto en el mercado interno como en el mercado externo, 1.350 millones de litros de vino y jugo de uva, sin conocer aún los datos finales de ventas de 2016 (ya que los datos están cerrados a octubre) pero suponiendo una caída que ronde el 8%, aproximadamente, las importaciones de vino significarán el 0,14% de lo comercializado 2016 y si consideramos solo el vino, el valor importado será del 0,2%.

La “balanza comercial” del vino argentino también muestra algunos datos contundentes: a octubre de 2016, se exportaron 220 millones de litros de vino por lo que la balanza comercial vitivinícola (exportaciones menos importaciones) es superavitaria en 217 millones de litros de vino.

El análisis específico del comercio con Chile muestra que los vecinos exportaron, acumulado al 23 de diciembre de 2016, 3,3 millones de litros vinos a granel a la Argentina por 1,9 millones de dólares, según datos de ODEPA. A esos datos hay que agregar los 444 mil dólares que Argentina le compró a Chile por 60 mil litros de vinos fraccionados. Mientras que desde Argentina a Chile, según los datos del Observatorio Vitivinícola Argentino, se vendieron 0,6 millones de litros por un total de 2,9 millones de dólares, a octubre de 2016. Es decir que se refleja un superávit argentino en valor (dólares) y un déficit en volumen (litros).

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En 2010, se importaron 29 millones de litros, es decir que en 2016 se importó sólo el 7% del pico de aquel año. En 2010, en términos reales, el precio del vino de traslado genérico tinto fue el más alto en catorce años.

En el universo vitivinícola, al menos cuantitativamente, las importaciones de 2016 no representan un valor significativo, apenas son un árbol más del bosque.




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