En dos entregas anteriores analizamos el perfil del consumidor argentino de bebidas en general y el perfil del consumidor argentino de vinos. En esta oportunidad mostramos el segmento de los argentinos que consumen bebidas alcohólicas pero no toman vino, ya que se encuentran más abiertos a un futuro consumo de nuestra bebida nacional que aquellos que no beben bebidas alcohólicas. De acuerdo a los resultados mostrados en el estudio que el Fondo Vitivinícola encargó a la consultora Knack, el 28% de la población argentina consume bebidas alcohólicas pero no consume vino. consumo-01 Este segmento de las personas que beben bebidas alcohólicas, pero no vino, está conformado por algo más de mujeres que de hombres, y principalmente por jóvenes de 18 a 25 años. Este grupo etario se vuelca principalmente a categorías como cerveza o fernet. Estos dos segmentos, mujeres y jóvenes, han sido destacados tanto por expertos como por encargados de punto de venta como targets que se están acercando a la categoría y sobre los cuáles se debería hacer foco. Del estudio surge que este segmento ha declarado que para comenzar a beber vino, éste debería cambiar su sabor. Es probable que un sabor más suave y un producto con menor graduación alcohólica les resultara más “amigable” a sus paladares. knack-3 Como puede observarse en el cuadro anterior, el principal distanciador del vino entre los no consumidores es su paladar y agrado, sin embargo existen otros motivos tales como: - Falta de ocasión: dada la cercanía del vino con las comidas, entre aquellos que no consumen bebidas alcohólicas, encuentran más dificultades para encontrar un momento de consumo. “Siempre lo consumí moderadamente, lo tengo asociado con un momento, como el fin de semana o ir a comer afuera” (Hombre 26-35 años) - Una sofisticación tal que los hace sentir ignorantes: consideran al vino una bebida completa que exige cierto conocimiento para ser disfrutado. - Preferencia por bebidas más simples: su preferencia se inclina a la refrescancia y su paladar les pide un gusto menos intenso y más dulce. Por otra parte, ante la falta de saber, aquello que garantiza la elección de un buen vino es uno de alto precio lo cual termina “encareciendo” a la categoría. “El fernet no tiene tanta ceremonia” (Hombre 18-25 años). - Formato sólo apto para consumidores frecuentes: la botella intimida, es más producto de que se puede llegar a consumir. Y para no desperdiciar, es mejor elegir otra opción. Entre los jóvenes el vínculo con la categoría encuentra las mismas barreras ya sean consumidores o no consumidores habituales: observamos un mayor distanciamiento general por varias razones. Sin embargo, son aquellos más permeables a acercarse a la categoría si se los interpela con mensajes y con propuestas acordes a sus gustos y hábitos: - Ecuación precio/rendimiento (cerveza o fernet + cola son los ejemplos más mencionados). - En algunos casos, según la ocasión de consumo, a la ecuación precio/rendimiento se le suma la variable graduación alcohólica/efecto. - No tienen un encuentro con la categoría: señalan que no existe una opción en los lugares habituales que frecuentan (bares y boliches). Conclusiones Si lo que busca la industria es ampliar la base de consumidores, apuntar a los consumidores de bebidas alcohólicas que no toman vino es una buena estrategia. Para alcanzar a los mismos uno de los desafíos a futuro es ampliar las ocasiones de consumo, transformándolo en algo cotidiano y cercano. Para ello es necesario seguir trabajando en flexibilizar la forma de consumirlo; es decir, desestimar la idea de la necesidad de crear un ritual escénico alrededor de su consumo o asociar el vino a platos especiales o a ciertos maridajes, lo cual limita la elección de la categoría y la restringe a determinados momentos. Otro desafío importante es impulsar bebidas más livianas y refrescantes como el vino blanco, bebidas más dulces y vinos con menor graduación alcohólica que puedan competir con la cerveza y el fernet.